Implosión Impugnada 22: Estado de sitio; gesto de coleccionar
RT− Claro que el modelo del artista ha tenido éxito, la aceptación de una vida precaria —“me gusta tanto lo que hago que ni cobro, ni vivo”— y su auto-explotación, hasta limites insospechados, por un curriculum y una visibilidad social están ahí y al mercado le ha venido como anillo al dedo. Así, se han utilizado todas nuestras experiencias como marco para una nueva versión del estado del trabajo. Después del proletariado y la concepción posfordista del trabajo, nos someten con la panacea del valor del conocimiento y la emprendeduría.
Pero si el arte mantiene su potencia y su poder como capacidad de relacionarnos con el mundo sin un campo adscrito, es cuando viene el problema; —vale... puedes ser creativo para manipular a la gente para que compre un objeto; no para ser más feliz, sino para consumir, vender y comprar más si cabe, pero no puedes ser creativo para cambiar tu realidad y sentir que hay una vida que merece la pena ser vivida—. Buscar fisuras, encontrar recovecos, donde nadie mira, para que a partir de ahí se puedan desarrollar y criticar los mecanismos de explotación de las potencialidades humanas y poetizar la vida, extraerle la rentabilidad al mundo. No nos permiten tener una vida poética.