GELATINA DE FRESA PARA EL CAMINO. Verónica Eguaras.
GELATINA DE FRESA PARA EL CAMINO. Verónica Eguaras.
Texto para el catálogo de la exposición Premios "Pamplona Jóvenes Artistas 2005", Sala de Armas, Ciudadela de Pamplona. 2006.
El título Círculo Virtuoso evidencia la expresión “círculo vicioso” ya en el inicio del video. En este baile de letras y conceptos vemos salir airosa una narración que nos lleva por alusión a una historia fantástica llena de referencias a la vida como camino o como caminar, un transcurso lleno de sorpresas, donde los objetos salen al encuentro de la protagonista.
En un escenario abierto al aire libre, sobre la hierba, de pie, una chica con aspecto infantil aparece con los ojos cerrados. Sus movimientos nos hacen creer que nos encontramos sumergidos en otro mundo, tal vez en el mundo de los sueños, donde el tiempo y el espacio no se supeditan a las leyes de la física. El agua no cae ni moja, los objetos se agitan de manera independiente, como si cobrasen vida propia. El aire del video es denso, a veces podríamos estar sumergidos en el océano y otras, estar suspendidos en el espacio sideral.
Con muy pocos recursos nos encontramos frente a un relato donde nada parece lo que es. Una muralla, una cocina, huevos pisoteados y después huevos para cocinar. La cocina como el laboratorio de la artista, como el lugar donde producir la creación. A la muñeca Olimpia le crecen flores alrededor. Una manzana que crece de la tierra ante sus pies, se convertirá en aguacate en su mano. Durante el viaje contemplará el atardecer mientras toca una flauta babeante y el casco que porta la ayudará a llegar sana y salva al otro lado, a ese lugar que busca en su viaje.
El aspecto teatral de la protagonista y la técnica de stopmotion nos adentran en los mecanismos del cine mudo, en las primeras formas de narración cinematográfica donde la expresividad del movimiento corporal contenido nos da la sensación de estar contemplando realmente a una autómata.
Esta muñeca, el alter ego de la artista, nos quiere contar experiencias vividas, suyas o de los que la rodean. Verónica Eguaras ha generado en su trabajo toda una serie de elementos simbólicos de los que se sirve para narrar historias, tanto para su trabajo en video, como para elaborar objetos escultóricos con materiales tradicionalmente femeninos (lana, tela o hilo).
Este trabajo escultórico se desarrolla en dos vertientes temáticas materializadas en la serie Frutas y la serie Hilos. Tanto una como otra, aluden a la sexualidad mediante objetos que nos evocan órganos sexuales. Piel de Kiwi, un objeto piel-gorro suspendido del techo, parece invitarnos a disfrazarnos con él, mientras los anzuelos y las perlas de Hilos provocan una sensación contradictoria de atracción y rebeldía ante ese impulso: el deseo cercenado ante la trampa desvelada.
Pensamos en pasiones humanas vinculadas a impulsos fisiológicos como en el extraño universo del polémico director surcoreano Kim Ki-Duk. El deseo y la represión, así como el deseo y la consecución de estrategias para obtener lo deseado es humano, y por tanto, lleno de contradicción. Sólo lo civilizado y por ende lo artístico es capaz de disfrazarlo de belleza y exhuberancia, como en las piezas que ofrece esta artista.
La acción quedará circunscrita al escenario del cubo blanco cuando el espectador se encuentre en este universo. Con todos estos elementos seremos guiados hacia el viaje de Orfeo en busca de Eurídice, hacia lo fantástico y atemporal de la caverna, hacia la sombra de los objetos que aguardan la iluminación de quien los mira.