Nada comienza. Nada termina. Todo va poco a poco cambiando, voy entrando en un armario, despacio. Intento coger su forma, me sale chepa. Soy un animal enjaulado. Aullo y salgo de un salto.
Así comienza el día del domingo. Siempre catártico y corto, pero este fue intenso, extenso, vital. Cuantas veces he viajado y cuanto tiempo he echado en falta por estar más allá donde he ido. Pero este silencio es tan precioso como las tinieblas, tan necesario para existir el alba. Y ahora queda poco tiempo para echar a andar por nuevos caminos.