Modificamos nuestro lenguaje a medida que nos hacemos mayores, así, aumentamos nuestra capacidad para ocultar nuestras debilidades. Nos hacemos más inmunes a las opiniones ajenas y protegemos nuestro núcleo duro con fuerza. A pesar de las adversidades, cuando más presentes son nuestras flaquezas, creemos en mantenernos firmes ante lo adverso. Lo que está al otro lado, lo que se nos mantiene oculto es la proyección de una imaginación telúrica, triste y gris. Nuestra cabeza dándonos golpes de alarma constantemente sobre anhelos cuyo fin se ve lejos pero firme, aferrados.