El IVAM acogió el pasado jueves una mascletá atípica y llena de historia creada por Rafael Tormo Cuenca
El IVAM acogió el pasado jueves una mascletá atípica y llena de historia creada por Rafael Tormo Cuenca
El renacimiento de un momento pasado para curar la ruptura producida ante el derribo de la instalación pirotécnica de la plaza del Ayuntamiento, el mismo día del aniversario del 15M.
Los dos asistimos al derribo de aquella instalación pirotécnica ante los ojos compungidos de unos y envalentonados de otros. Aquella tarde, no nos vimos. Sin saberlo, asistimos al momento simbólico en el que la ciudadanía clavaba el freno y reclamaba un lugar de encuentro común, frente a las dinámicas de flujos, frente a las lógicas del capital.
Creo que cada cual vivió aquella experiencia desde un lugar distinto. A mí, me llevó la furia al comprender que aquella instalación amenazaba con desactivar las movilizaciones ciudadanas de los valencianos. Desde luego, no comprendía cómo, una mascletá, podía estar por encima de las demandas sociales que el aniversario del 15M pretendía avivar. ¡Con la que estaba cayendo! ¿Cómo algo así podía detener a la gente? Sin embargo, algo se rompió aquel día. La gente derribó la mascletá y el acto desacralizó el espacio y generó la discontinuidad necesaria que permitiría comenzar una nueva época. El pasado jueves se completó un ciclo que comenzó el día en el que Rafa y yo coincidimos en la plaza del Ayuntamiento. No tengo nada claro que se haya conseguido ese espacio que la ciudadanía reclamaba, pero algunos cambios hay, de eso no hay ninguna duda.
Valiéndose de la cultura popular, como arma social de cohesión y entendimiento, el artista ha realizado esta rememoración de aquello, desde un lugar diferente, con unos protagonistas nuevos, ajenos a todo ese ruido incomprensible que llevamos padeciendo estos últimos años. Como una catarsis, como un ritual.
Fue un momento emocionante. Este pasado jueves el entusiasmo desbordó el hall del museo y a través de la intensidad infantil, sentimos la emoción de algo que se ha transformado. La esencia de aquello que habíamos perdido flota en la atmósfera.
NOTICIA EN DIARIO LEVANTE
Un altre lloc des del qual mirar l'horitzó
Rafa Tormo practica les «impugnacions que explosionen la realitat» en una intervenció a l´Institut Valencià d´Art Modern
m. tomàs garcia | valència 14.03.2017 | 04:15
Traducción al castellano
Otro lugar desde el cual mirar el horizonte
Rafa Tormo practica las «impugnaciones que explosionan la realidad» en una intervención en el Instituto Valenciano de Arte Moderno
m. tomàs garcia | valencia 14.03.2017 | 04:15
Impugnar quiere decir combatir, hacer guerra, refutar con razonamientos, esforzarse, afanarse o instar insistentemente. Un término que también se utiliza en derecho procesal, por cierto. Implosionar es la acción de reventarse, de romperse repentinamente de fuera adentro. Implosionar podría ser como quitar el sentido a las cosas.
Si hablamos de fonética, sería la compresión del aire dentro de la boca al hacer estallar violentamente el paso del aire expirado. Las dos palabras juntas, Implosión impugnada, son las que ha usado en su trabajo el artista de Beneixida, Rafa Tormo, para llevar adelante su proyecto, que se puede visitar en el IVAM hasta el 19 de marzo, como corresponde a la naturaleza de su acción, coincidiendo con la fiesta fallera.
Su Implosión impugnada (IP) en el museo valenciano de Guillem de Castro es la número 23 de una larga lista de acciones de un artista que además de las implosiones impugnadas, lleva a cabo proyectos de prácticas pedagógicas (LaBalsa13), de crítica de la cultura (Periferias), danza contemporánea (Gloria y Robert) así como el Festival de acción poética Bouesia o el proyecto de investigación sobre cultura popular contemporánea Això es com tot.
Precisamente de cultura popular va esta acción que permanece en el IVAM. De cultura popular y de su revisión. Pues, lo que inspiró a Rafa Tormo fue el 15 M, «cuando todos hablábamos de cambio de paradigma». Fue el año siguiente del 15 M, en Valencia, cuando se celebró una manifestación en recuerdo de aquel movimiento. Era el 12 de mayo de 2012. «Era una manifestación que celebraba la ocupación de la plaza del ayuntamiento. Estábamos viviendo momentos difíciles, la gente había sufrido y estaba ahogada, pero veía un horizonte. Entonces, la alcaldesa, Rita Barberà y su equipo “según Tormo” pensó que había mucha inocencia y que era fácil de retener y controlar, y no se le ocurrió otra cosa que convocar una mascletà en la plaza para que la manifestación no la ocupara». Según su relato, «la manifestación coincidía con la fiesta de la madre de Dios, que siempre se había celebrado con un castillo, y se decidió hacer una mascletà y en la plaza».
Manifestación vs. mascletà
Según Tormo, «lo que pasó fue que la gente echó las vallas y aquella mascletà no se celebró». Es posible, según el artista, «que las autoridades pensaran que la utilización de la cultura popular como arma disuasoria iba a paralizarlos, que no iban a actuar, pero no fue así. Porque aquella gente en manifestación también era una expresión popular», explica el artista valenciano.
Para Tormo, lo que ocurrió es «un acto hierofánico, un acto constitutivo que cambia la simbolización y el orden de las cosas. Mucha gente empezó a entender que las cosas podían cambiar». De aquel entonces al aquí y ahora. Que su proyecto es una actividad «que quiere vaciar las cosas de su materialidad, y que más allá de lo que es la verdad les da sentido. Como lo que se llama la posverdad, que a base de repetir las cosas, se nos imponen».
Tormo buscó el proyecto del pirotécnico y con él ha realizado un dibujo en el suelo del IVAM de 16 x 6 metros. Con el dibujo y la estructura técnica se ha creado una partitura que ha interpretado un coro de 200 estudiantes del colegio Barcia Goyanes del valle l´Olivereta de Valencia, estudiantes que previamente habían trabajado en clase cómo hacer mascletas con botellas de plástico. Pues esto, la representación o reproducción de la mascletà que nunca se celebró reabre aquel momento de 2012 para hacer reflexionar sobre cómo una expresión popular, la manifestación, «puede romper la representación simbólica de un espacio público y desactivarlo a través de una constante espectacularización o excesiva regulación administrativa». Rafa Tormo entiende esta acción como «arte satisfecho de sentido que busca, se revuelve y culebrea hasta conseguir otro lugar desde el cual mirar otro horizonte. Desde la emoción, desde el intelecto y desde el lenguaje se reconstruye aquello vivido inasible. Y no solamente esto; nos permite crecer en forma de pensamiento, ser una planta trepadora por el infinito que nos angustia. Sólo esto, nada más y nada menos que esto», en palabras de Izaskun Etxebarria, que fue su comisaria en la exposición Allò que no sabeu de mi, que Tormo hizo en la galería Rosa Santos de Valencia en el 2016.