Zutabeak. Arturo f. Rodríguez
Zutabeak. Arturo f. Rodríguez
Porque no sólo de ensayo vive la investigación artística, he encontrado este hermoso ejemplar que me vino de regalo en un paquete desde Bilbao. Ensoñaciones Tobogán y Consonni publicaron este libro titulado Zutabeak en 2013, una compilación de microensayos sobre arte, cultura y sociedad. He tenido este libro en mis manos una cuantas veces, como otros tantos que pasan de una balda a otra y que sin darme cuenta van conformando una biblioteca que siempre imagino perfectamente organizada y accesible, pero no. Aquí dejo rescatado este relato cinematográfico y ligero que deja leerse tan fluido que apetece atacar el mundo de las novelas y dar tregua a los ensayos que inundan este espacio mental para creernos que estamos de vacaciones por fin!!! Igual tampoco hace falta tal condensación de pensamiento, igual un poco de ligereza hace que podamos fijarnos en el horizonte simplemente observando cualquier detalle sin intentar entender su naturaleza interior. Ya luego volvemos a los ensayos largos.
"No es ácilf ser artista maldito. requiere una serie de aptitudes que no todo el mundo posee. Pero T.N. era obstinado, por eso se esforzaba en transitar envuelto en una nube de polvo venenoso e hiriente, manteniendo alejada de sí toda vibración sospechosa de fertilidad. Sonrisa torcida, mirada retreta, espasmo y agitación en sus gestos.
T.N. mantenía a raya el impulso liberador que en ocasiones le sobrevenía desde la intuición creativa y conseguía convertirlo en impureza flameante.
Dicen que en su ejercitado control de los instintos había llegado a mover con la mente montañas y paisajes para destrozarlos a continuación con una caída de ojos. Estar en contra de todo significaba un duro trabajo que asumía como parte de una extenuante carrera cuya meta no era otra que ser reconocido como artista maldito. Y efectivamente estaba armado de mil respuestas, desplantes y caretas para llevar su plan hasta el final.
Pero todo este mecanismo de producción punzante que mantenía T.N. con formidable convicción se desmoronó por completo al conocer a N.T.
El perfil de N.T no cumplía precisamente con el cliché del artista maldito, quizá porque todo lo que hacía estaba libre de ambición. No esperaba nada ni nadie. Llamaban a su trabajo "arte" sin que a él le preocupase cuál era el sentido de esa catalogación. Su desacuerdo perpetuo y su divergencia, aun siendo radical, era entendida por todos como de "baja intensidad" y por tanto inútil, inocua, y es que la desconfianza en eso que llamaban "reconocimiento" le había llevado a trabajar desde la completa anonimia.
Cuando T.N. conoció a N.T. y cuando N.T. conoció a T.N., que no es exactamente lo mismo que decir "cuando ambos se conocieron", decidieron crear el colectivo T.N.T."
Zutabeak. Arturo f. Rodríguez. pág. 28